Esta
vez cerró los ojos.
Prefirió no mirar,
no saber,
no entender,
no detenerse...
no entender,
no detenerse...
Si bajaba el ritmo buscando aminorar su vorágine interna, todo se desmoronaría a su alrededor y le
engulliría con ferocidad. No podía parar...
Su frustración y su exagerada autoexigencia, machacaban su escasa tranquilidad sometida a ciclos viciados casi eternos.
Hacía
tiempo que no dormía una noche entera. Su sueño a menudo era
interrumpido por escenas oníricas tan potentes que la sobresaltaban y que le hacían saltar,
literalmente, fuera del sueño...y de la cama.
Su ánimo empastillado, su cara desfigurada por el cansancio y una honda pena atravesaba filosa su garganta, quebrando su voz en mil pedazos cada dos por tres. Llanto fácil. Sensibilidad álgida.
Necesitó parar(se) a pensar quién era, qué necesitaba y a dónde iba con tanta prisa derrochando tanta energía y su tan preciado tiempo!
Su ánimo empastillado, su cara desfigurada por el cansancio y una honda pena atravesaba filosa su garganta, quebrando su voz en mil pedazos cada dos por tres. Llanto fácil. Sensibilidad álgida.
Necesitó parar(se) a pensar quién era, qué necesitaba y a dónde iba con tanta prisa derrochando tanta energía y su tan preciado tiempo!
Así fué como uno de esos dias, escuchó con claridad lo que le decía esa voz que venía desde dentro, ruidos e interferencias que le exaltaban y le crispaban hasta la médula del sin sentido. Escuchó sus propios gritos enmudecidos, sus exigencias y autoreproches que la obligaban a conseguir "a como dé lugar", indiscriminadamente todo objetivo que le propusieran alcanzar. Era una voz muy antigua, profunda y cruel que constantemente le recordaba que no podía errar. Entonces, recordó, "..debes esforzarte al máximo para hacerlo perfecto, si no, mejor que no lo hagas!", ella creía que errar era lo mismo que fracasar, que "eso es de débiles y cobardes", evocó con tristeza cómo se lo repetía su padre cada vez que se equivocaba en algo...
Además de éstas, otras nostálgicas moralinas también repiqueteaban en su memoria, tales como"...si me pegaron será porque me lo merezco", o que "no debes defraudar a tus padres, debes hacerles felices", o que "el secreto de las relaciones está en saber aguantar, soportar y sobretodo, callar", o que "cualquier sacrificio que hagas por una persona es bueno y será siempre reconocido y valorado", o también esto de "poner la otra mejilla incluso aunque te hayan ofendido"... Fué una larga lista de creencias que, tácitamente, intoxicaban su día a día y que poco a poco, pudo hacerlas consciente para actualizarlas, aprovechar lo bueno y descartar lo tóxico, betusto y reactivo.
Con el tiempo, también consiguió dejar de sentirse culpable por no haber podido cumplir los deseos de los demás reconciliándose consigo misma pensando, "quiero que mis padres sean felices, pero si no lo son, no es mi culpa, todo no depende sólo de mí."
Algo continuaba chirriando dentro suyo. Le llevará algún tiempo tranquilizar la zona...
La tormenta fué amainando su ira.
Desahogo, desinflamación y alivio.
Además de éstas, otras nostálgicas moralinas también repiqueteaban en su memoria, tales como"...si me pegaron será porque me lo merezco", o que "no debes defraudar a tus padres, debes hacerles felices", o que "el secreto de las relaciones está en saber aguantar, soportar y sobretodo, callar", o que "cualquier sacrificio que hagas por una persona es bueno y será siempre reconocido y valorado", o también esto de "poner la otra mejilla incluso aunque te hayan ofendido"... Fué una larga lista de creencias que, tácitamente, intoxicaban su día a día y que poco a poco, pudo hacerlas consciente para actualizarlas, aprovechar lo bueno y descartar lo tóxico, betusto y reactivo.
Con el tiempo, también consiguió dejar de sentirse culpable por no haber podido cumplir los deseos de los demás reconciliándose consigo misma pensando, "quiero que mis padres sean felices, pero si no lo son, no es mi culpa, todo no depende sólo de mí."
Algo continuaba chirriando dentro suyo. Le llevará algún tiempo tranquilizar la zona...
La tormenta fué amainando su ira.
Desahogo, desinflamación y alivio.
Texto e ilustración de Silvia Staps
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