Aristóteles consideró a la escritura, en especial a la tragedia, como una manera de calmar el dolor excesivo, buscando el desahogo para encontrar la paz. Incluso hablaba de la escritura como un símil de un proceso de purificación gracias al cual, el cuerpo podía eliminar los elementos perjudiciales y nocivos para su alma.
En efecto, nuestro universo mental suele expresarse en un lenguaje espontáneo, inmediato, instantáneo, pero a menudo caótico, desordenado y contradictorio, como pensamientos espiralados que nunca llegan a buen puerto.
En efecto, nuestro universo mental suele expresarse en un lenguaje espontáneo, inmediato, instantáneo, pero a menudo caótico, desordenado y contradictorio, como pensamientos espiralados que nunca llegan a buen puerto.
Al hilo de estas consideraciones aristotélicas, la palabra escrita permite aliviar nuestra mente de todo aquello que le puede desbordar: las pasiones y las emociones desenfrenadas, los sentimientos intensos, amor y odio, rencor y resentimiento, plenitud y euforia, también, la tensión interior por tener decisiones pendientes o postergadas, problemas por resolver... En este sentido, la palabra escrita posee un valor agregado terapéutico, porque nos abre a la posibilidad de dar forma y un sentido, un nuevo significado a nuestra historia, porque nos libera y alivia desde el interior, porque nos ayuda a resolver dilemas o dudas, a tomar decisiones que aún están pendientes o han sido postergadas, porque nos revela aspectos personales significativos, de esos que marcan un antes y un después.
Escribir dispara nuestra imaginación, somos libres para imaginar los personajes, las situaciones y los lugares donde estas ocurren. Ésto nos ayuda a tomar una distancia saludable, a mirar desde fuera lo que nos acontece. Ese acto de tomar distancia de los hechos, de observar desde otro ángulo, -no sólo el propio-, hace posible organizar nuestros pensamientos, ordenarlos y priorizarlos para poder entendernos mejor y gestionar saludablemente nuestro particular mundo interior, a veces, de difícil manejo. Como escribió Franz Kafka, "Una jaula se fue a buscar un pájaro", escribir sobre nosotras/os mismas/os, nos libera lo suficiente como para burlar alguna de esas jaulas que a veces, insisten en encarcelar nuestro vuelo por el mundo.
Esta técnica de la palabra escrita, es una herramienta excelente para el ejercicio de la introspección, es una magnífica aportación para nuestra salud mental, es una práctica de higiene para la salud mental.
Si estás buscando respuestas, si quieres conocerte aún más, si necesitas mejorar tus relaciones con los demás, si precisas reconciliarte con tu pasado y perdonar, escribir sobre estos temas, de seguro, te ayudará a encontrar aquello que buscas. La escritura terapéutica no pretende transformar los acontecimientos pero sí, el sentido de los mismos, reconstruye el significado escribiendo una nueva narrativa, un nuevo capítulo vital.
Si estás buscando respuestas, si quieres conocerte aún más, si necesitas mejorar tus relaciones con los demás, si precisas reconciliarte con tu pasado y perdonar, escribir sobre estos temas, de seguro, te ayudará a encontrar aquello que buscas. La escritura terapéutica no pretende transformar los acontecimientos pero sí, el sentido de los mismos, reconstruye el significado escribiendo una nueva narrativa, un nuevo capítulo vital.
Te invito a que pruebes y compruebes los beneficios de la escritura terapéutica, para ello, os comparto un ejercicio que, aunque aparenta ser sencillo, el tema puede que no lo sea...buen trabajo!
Ejercicio: Soy
Orientaciones:
- escribe un poema titulado "Soy...", sin prestar atención a si rima o no.
- que el poema evoque a tu espectador interior,
- dialoga contigo a través de la palabra escrita, con sinceridad y buena disposición para crecer,
- deja fluir espontáneamente lo que sientes y piensas,
- lee lo que has escrito con detenimiento e intenta contestar(te):
- Soy una mujer que... o Soy un hombre que... o Soy una persona que...
Orientaciones:
- escribe un poema titulado "Soy...", sin prestar atención a si rima o no.
- que el poema evoque a tu espectador interior,
- dialoga contigo a través de la palabra escrita, con sinceridad y buena disposición para crecer,
- deja fluir espontáneamente lo que sientes y piensas,
- lee lo que has escrito con detenimiento e intenta contestar(te):
Quien soy?
Porqué soy así?
Soy quien quiero ser?
Como querría ser?
Hacia dónde voy?
De qué soy capaz?
...
Luego, puedes hacer lo que quieras con el escrito..archivarlo, enmarcarlo, regalarlo, destruirlo..lo importante es que lo aprendido, quede grabado en tu mente y en tu corazón.
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