Hay una generación de mujeres cada vez más amplia que, después criar y educar a sus hijos, vuelven a ser madres de sus nietos/as, una ocupación que algunas aceptan con dedicación y alegría ya que, para ellas, es un disfrute estar con ellos, compartiendo su tiempo y su energía. Pero para otras abuelas, en especial las que son más mayores, a partir de los 70 y 75 años, según una encuesta elaborada por el Grupo de Investigación en Gerontología de la Universidad de Barcelona, manifiestan que se sienten obligadas a cuidarles y muchas veces se encuentran sin libertad para gestionar sus tiempos de ocio, sin la posibilidad de relajarse como necesitarían, de salir con amigas/os o de viajar. Sin embargo, esta encuesta también aclara que, algunas abuelas se habrían sentido decepcionadas si sus hijas no les hubieran pedido ese favor y que, una mayoría, se muestra satisfecha porque esto les hace sentirse útiles y les da un nuevo sentido a sus vidas.
La Doctora y Profesora Anna Freixas, de la Facultad de Educación de la Universidad de Córdoba, opina que muchas abuelas no se atreven a decirles a sus hijas/os que no pueden con tanta carga porque han sido educadas para que sean buenas esposas, madres y abuelas. "No es que no queramos, es que estamos cansadas...”, algunas acaban convirtiéndose en algo más que abuelas: en canguros, secretarias, cocineras, cadetes, enfermeras, taxistas...no hay límites para su dedicación.
El fenómeno no está cuantificado, pero es cada vez más frecuente por diversas causas: una puede ser la situación de crisis económica, por ejemplo, los gastos de guardería o/y del comedor escolar son muchas veces privativos, o dónde estarán mejor cuidados que en casa de l@s abuel@s, o bien por comodidad, entre otras razones. "La mayoría renuncia a todo por atender a sus nietos. La educación recibida y su alto sentido de la responsabilidad les hace interiorizar ese papel de abuelas niñeras", señala el pediatra Joaquín Ibarra, autor de “Mis abuelos me cuidan: guía para los niñeros del siglo XXI”.
Es necesario destacar que la educación y crianza de los hijos es competencia intransferible de los padres. Actualmente, sobre todo por circunstancias laborales, los padres disponen de poco tiempo y, aunque sea escaso, deben ser conscientes que ese tiempo y atención que les dedican a sus hijos en el devenir de las etapas de su crecimiento vale su peso en oro. Ahora bien, cuando existe una carencia de atención por parte de los padres y madres hacia l@s niet@s, los/las abuelos/as, siempre desde la buena intención, intentan suplir y compensar estas ausencias, asumiendo funciones educativas sin haberlas conversado y consensuado previamente con el padre y con la madre, lo que puede generar desavenencias y malestares en las relaciones familiares que podrían prevenirse.
En cambio, si la idea es compartir desde un principio la educación y crianza de los/las niños/as con otros integrantes de la familia, la madre y el padre han de dedicar el tiempo necesario para transmitir a los adultos a cargo de las/los niñas/os, el estilo educativo que creen que es el más apropiado para sus hijos/as, enmarcando aspectos como, por ejemplo, qué, cómo y cuándo han de ponerse límites, horarios, higiene y nutrición, entre otros.
Estas acciones son preventivas y están orientadas a favorecer una buena convivencia familiar y a evitar malos entendidos que desgastan las relaciones entre los adultos quienes, sin ser plenamente conscientes de ello, activan circuitos emocionales tóxicos, no muy saludables que, de alguna manera o de otra, perjudicarán a los/las niños/as.
Por ello les propongo algunas orientaciones útiles que pueden prevenir posibles malestares personales y conflictos familiares. A saber:
En cambio, si la idea es compartir desde un principio la educación y crianza de los/las niños/as con otros integrantes de la familia, la madre y el padre han de dedicar el tiempo necesario para transmitir a los adultos a cargo de las/los niñas/os, el estilo educativo que creen que es el más apropiado para sus hijos/as, enmarcando aspectos como, por ejemplo, qué, cómo y cuándo han de ponerse límites, horarios, higiene y nutrición, entre otros.
Estas acciones son preventivas y están orientadas a favorecer una buena convivencia familiar y a evitar malos entendidos que desgastan las relaciones entre los adultos quienes, sin ser plenamente conscientes de ello, activan circuitos emocionales tóxicos, no muy saludables que, de alguna manera o de otra, perjudicarán a los/las niños/as.
Por ello les propongo algunas orientaciones útiles que pueden prevenir posibles malestares personales y conflictos familiares. A saber:
- La madre, el padre y los adultos que tendrán a su cargo a los/las niños/as, deben acordar y consensuar previamente sobre estilo educativo, aspectos como hábitos, límites y permisos para que los niños no reciban indicaciones incoherentes o sin un criterio claro.
- Es recomendable no hacer comparaciones entre las/os nietas/os, generará competencia entre ellos/as o entre la forma de impartir educación en el tiempo que eran padres y la forma actual de los padres del niño/a, pueden crear resentimiento y la desautorización de los padres frente a sus hijas/os.
- Las/os abuelas/os pueden jugar un rol muy destacado en la educación del niño/a. A menudo las opiniones y consejos de los mayores no son bien recibidas porque no admiten crítica o una actualización al criterio de las nuevas generaciones. Los tiempos nos cambian personal y socialmente por lo que será necesario un reajuste que siempre quedará en manos de la madre y el padre. Con respeto y tolerancia, las diferencias generacionales pueden ser de gran provecho y, los primeros beneficiados serán los infantes de la familia.
- Será oportuno retomar la idea que con los/las abuelos/as se juega, se cuentan cuentos entre otras tantas actividades lúdicas que propician una complicidad afectiva muy saludable y enriquecedora para ambos, abuelas/os y niñas/os.
- Es importante ser conscientes que las/los abuelas/os están viviendo la vejez, una etapa vital valiosísima y es más que merecido que puedan vivir en plenitud y con serenidad, rodeados del afecto de sus familias y amigas/os.
Psic. Silvia Staps
Psicóloga Clínica - Orientadora Educativa y Familiar
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