Días atrás, hablando con una amiga sobre los alcances nefastos de la crisis en nuestra vida cotidiana, me aclaró de pronto que, si te sientes mal, "...y para colmo de males, ir al psicólogo es muy caro y aunque lo estés necesitando, te lo tienes que aguantar...". Desde luego, esto no me fue para nada indiferente!
Desde que elegí la Psicología como profesión, hace ya casi 25 años que la ejerzo, siempre tuve en claro que mi función o rol social como profesional de salud mental sería -y aún lo es- la de colaborar en la promoción de la salud mental de mi entorno social, sin importar donde esté ni de dónde vengo, no hay fronteras para la salud.
Existe otra premisa que para mí también es fundamental: la salud es un derecho inalienable, todos tenemos derecho a sentirnos bien con nosotros mismos, física y mentalmente, en coherencia con nuestro entorno social y cultural.
En la actualidad, al respecto del derecho a la salud mental, nuestra maltrecha y recortada Sanidad Pública sólo puede abarcar y con mucho esfuerzo, una parte de la gran demanda de asistencia psicológica propiciando programas multidiciplinares orientados a diferentes colectivos en riesgo de exclusión sociosanitaria dirigidos a mujeres, drogodependencias y adicciones, niñez y familia, etc., que brindan una sacrificada asistencia acorde a sus recortadas posibilidades.
Teniendo en cuenta esta realidad, una gran mayoría social queda por fuera de estos programas de asistencia antes mencionados y, para más inri, tampoco puede acceder a una asistencia psicológica en el ámbito privado debido a la imposibilidad de asumir los elevados costes de un tratamiento, sobre todo en estas épocas de inestabilidad económica que nos está tocando (con)vivir, postergando obligadamente su salud mental y bienestar emocional a épocas más prósperas...
Estará bien acotar que, el malestar o el dolor psíquico, no discrimina entre ricos y pobres sino que, simplemente deviene...Está claro que la salud debería transitar por otros rumbos más equitativos, más dignos y universales.
En la actualidad, al respecto del derecho a la salud mental, nuestra maltrecha y recortada Sanidad Pública sólo puede abarcar y con mucho esfuerzo, una parte de la gran demanda de asistencia psicológica propiciando programas multidiciplinares orientados a diferentes colectivos en riesgo de exclusión sociosanitaria dirigidos a mujeres, drogodependencias y adicciones, niñez y familia, etc., que brindan una sacrificada asistencia acorde a sus recortadas posibilidades.
Teniendo en cuenta esta realidad, una gran mayoría social queda por fuera de estos programas de asistencia antes mencionados y, para más inri, tampoco puede acceder a una asistencia psicológica en el ámbito privado debido a la imposibilidad de asumir los elevados costes de un tratamiento, sobre todo en estas épocas de inestabilidad económica que nos está tocando (con)vivir, postergando obligadamente su salud mental y bienestar emocional a épocas más prósperas...
Estará bien acotar que, el malestar o el dolor psíquico, no discrimina entre ricos y pobres sino que, simplemente deviene...Está claro que la salud debería transitar por otros rumbos más equitativos, más dignos y universales.
Ante esta realidad de unas políticas de salud pensadas y entendidas dentro de un sistema más económico que social, hemos de tener en cuenta, tanto profesionales como pacientes, que existen otras alternativas económicas más populares y más justas para abrir nuevas vías de acceso a una mejor calidad de vida. Quizás la respuesta está rondando los conceptos de comercio justo y beneficio mutuo.
Este enfoque ético, solidario y constructivo que estoy promoviendo con este escrito es una iniciativa que -hace unos cuantos años la vengo practicando- se hace visible cuando profesionales y pacientes, de mutuo acuerdo, acomodan, pactan y ajustan los honorarios a las circunstancias económicas reales, favoreciéndo así un trato digno, asequible y beneficioso para ambos protagonistas. Por un lado, el paciente recibirá una asistencia y atención decente y, por el otro, el profesional podrá trabajar y desarrollar su práctica psicoterapeutica. Estas acciones compartidas y solidarias colaboran en derribar ciertos tópicos arraigados en nuestra sociedad que no hacen más que reforzar una mirada elitista y discriminadora que poco aportan a la concepción fundamental de una salud mental y física accesible a todas/os.
En estos tiempos de malestar generalizado, creo que es necesario que todos colaboremos, cada cual desde su ámbito profesional y su saber, en mejorar la calidad de vida de las personas a través de la participación activa, en mi caso, dentro y fuera de la consulta, en proyectos solidarios en los que prevalezca la premisa innegable de que la salud es un derecho de todas/os, no un privilegio.
En estos tiempos de malestar generalizado, creo que es necesario que todos colaboremos, cada cual desde su ámbito profesional y su saber, en mejorar la calidad de vida de las personas a través de la participación activa, en mi caso, dentro y fuera de la consulta, en proyectos solidarios en los que prevalezca la premisa innegable de que la salud es un derecho de todas/os, no un privilegio.
Psic. Silvia Staps
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